martes, 2 de octubre de 2018

Discurso Rector, Ceremonia de Egresados Licenciatura


Ceremonia de Egresados Universidad Iberoamericana CDMX
29 de septiembre 2018
Discurso Mtro. David Fernández Dávalos, Rector

Queridos estudiantes que ahora egresan:

Ustedes empiezan a ser ahora egresados de nuestra Universidad. Lo digo con mucho orgullo. Y ustedes parten ya de esta institución que les ha dado cobijo, alegrías y tristezas, corajes también, a lo largo de cuatro años. Unos pasarán a estudiar un posgrado, otros se irán fuera del país a otra institución de educación superior; otros más ya no seguirán sus estudios y se incorporarán al trabajo. Así es la vida. De pronto nos junta y luego nos vuelve a separar.

Pero ahora que se van, ahora que cierran un ciclo en su vida, es ocasión propicia para recoger lo que se llevan de la Universidad Ibero, de la gente a la que conocieron y llegaron a querer, así como para reflexionar sobre el sentido de su vida en el futuro.

Una primera cosa que se me ocurre decirles es que de la Universidad Iberoamericana se llevan, muy adentro, un espíritu, un ánimo particular, que está hecho de lo que aquí aprendieron y llegaron a sentir. Quienes estamos al frente de esta institución quisimos sembrar o cultivar en ustedes un pensamiento crítico, propositivo, siempre optimista frente a la realidad y frente a todos los seres humanos. Lo quisimos hacer así porque confiamos en que esta historia y esta realidad concretas pueden ser mejores de lo que ahora son, pueden ser más equitativas, fraternas, justas para todos. Esto lo creemos, porque sabemos que los seres humanos estamos llamados a ser verdadera imagen y semejanza de Dios. Que estamos invitados a hacer cosas verdaderamente importantes, como actores en el tramo de historia que nos ha tocado en suerte. Si ustedes se llevan de su Universidad esta convicción, y más que espectadores empujados por las fuerzas ciegas de la sociedad, se proponen ser actores transformadores entusiastas de su entorno, entonces unos y otros habremos hecho bien nuestra tarea.
 
Igualmente, de esta escuela se llevan un proyecto de vida. Independientemente de a dónde siga ahora su trayectoria, ustedes serán siempre hombres y mujeres competentes, pero sobre todo serán personas formadas integralmente, seres íntegros, hombres y mujeres capaces, con y para los demás, como decía el Padre Arrupe. En ese proyecto de vida –el suyo- todos caben. Porque es un proyecto solidario, comprometido con los valores de la paz, la honestidad, la convivencia fraterna, el respeto a la vida, la tolerancia que aprende de las diferencias, la fe en Dios. Comprometido, en suma, con el amor.

Y ahora que se marchan a enfrentar una nueva etapa en su vida permítanme, sin extenderme mucho, compartir con ustedes algunos deseos y reflexiones que he hecho en otras ocasiones semejantes a la que ahora nos reúne:

1.- Sean agradecidos con quienes hicieron posible el que ustedes cursaran su Universidad. Me refiero a su familia, a sus amigos, a sus profesores y profesoras, pero también a la sociedad en general que, de manera casi misteriosa pero incuestionable, construyó nuestra universidad y transfirió recursos sociales para que ustedes los aprovecharan. La gratitud, como dice el Padre Ignacio, si es auténtica, se pone siempre más en las obras que en las palabras. Quien vive agradecido busca siempre retribuir y dar gratis lo que gratis recibió.

2.- Mantengan siempre en ustedes un espacio que sólo pueda llenar una profunda espiritualidad. No se llenen de cosas, no aturdan sus sentidos con el consumo desenfrenado, no pongan lo valioso de su ser en lo que posean. Por el contrario, siéntanse fuertes y felices en lo que lleguen a ser, en el gozo interno de las cosas de Dios, en su capacidad de servicio y de donación de sí. Tan bombardeados como estamos ahora de incitaciones a tener y comprar, a competir con los demás, a vivir sólo el momento, se nos olvida que eso nunca llena la vida, y a la larga sólo nos provocará un inmenso vacío y un dolor profundo.

3.- Respeten y aprecien a los demás, a quienquiera que sea. Nadie es tan pobre o ignorante que no pueda darte o enseñarte algo para la vida; y nadie tan rico o sabio que no puedas aportarle algo valioso. Todos los seres humanos, todo lo vivo merece nuestro aprecio y respeto. Aunque no compartamos su forma de ser o de vivir, o no entendamos lo que piensa. Los más terribles conflictos que ahora vemos en el mundo tienen su origen en el deseo de aprovecharse de los demás en beneficio propio o en tratar de hacerlos como yo creo que deben de ser. Los seres humanos somos libres y diferentes porque así nos ha hecho Dios. No le enmendemos la plana al Creador traicionando su voluntad y queriendo hacer a todos iguales. Por el contrario, edifiquemos la comunidad afianzando la humanidad compartida, el único bien verdadero, común a todos los mortales.

4.- Los pobres, los excluidos, los sectores sociales marginados, no merecen de tu lástima ni tu caridad. Requieren de espacios sociales para desarrollarse, de apoyos inteligentes y de aliados en sus reivindicaciones. Las lágrimas y los buenos sentimientos frente a sus esperanzas y sufrimientos están siempre de más. Si aún no lo son, porque se lo han impedido, ellos están llamados a ser actores sociales de pleno derecho, tal cual ustedes lo son. En la Universidad Ibero hemos trabajado para que ustedes combatan el mal social ahí donde lo encuentren, no para que pasen de largo frente al herido junto al camino.

5.- No tengan miedo. Desgraciadamente el temor se ha convertido en un dinamismo social que todo lo invade. Recuerden cuántas veces Jesús, el de Galilea, dijo “no teman”, y eso nunca lo hemos convertido en mandamiento. Ustedes están cabalmente preparados para la vida. Son personas valiosas que tienen delante de si la vida completamente abierta, fecunda en posibilidades. La única tarea de la que no pueden excusarse es la de hacer de su vida una existencia plena, feliz y útil para los demás. No importa si lo logran de una manera o de otra, si con coche o sin coche, con casa o si ella, como empleados o como empresarios. Todo eso es accesorio. No confundan el verdadero éxito en la vida con lo que la mercadotecnia de la autoayuda nos ha vendido bajo esa categoría. No se trata de estar en la cumbre, ni de desplazar a los demás, ni de tener más y más extraños bienes. El único desafío es que vivan con sentido. Eso no tiene por qué amedrentarlos; al contrario, tienen ustedes todas las garantías para conseguirlo.
 
6.- Me podrán decir ahora que todo esto que les propongo es una locura, que es ir en contra de la corriente. Y tendrán razón. Hoy más que nunca, para salvar nuestra humanidad, requerimos de hombres y mujeres audaces dispuestos a jugarse la vida en bien de todos. Esto puede traer conflictos e incomprensiones numerosas. Pero la paz interior nada tiene que ver con la tranquilidad. El sentido pleno de la vida poco se relaciona con la vida acomodada, confortable.

7.- Continúen aprendiendo a lo largo de la vida, aunque algunos no puedan ir a la universidad. La vida requiere de un continuo aprendizaje, y como nunca en toda la historia de la humanidad, existen hoy desafíos que demandan de nuevos y mejores conocimientos.

8.- Finalmente, no nos despidamos. El mundo es redondo y perfecto. Esto quiere decir que nos seguiremos encontrando. Inevitablemente, la Ibero ha pasado a formar parte de su vida. Alguna marca llevamos ya en el corazón. Para bien o para mal. Y si ustedes continúan cultivando ese espíritu y ese proyecto de vida que les propusimos en la Universidad Ibero, es seguro que compartiremos afanes, retiros, luchas, ejercicios espirituales, utopías.

Mis mejores deseos para todos y todas ustedes. Mi gratitud a nombre de la Universidad Iberoamericana para ustedes, sus padres y familiares, por su confianza en nosotros. Mi reconocimiento a quienes fueron sus maestros en este tramo de la vida.

Nosotros hemos hecho la tarea que hasta ahora nos correspondía. El turno en adelante es de ustedes.

Felicidades, y muchas gracias.


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