Alberto Irezabal
Orador Invitado
Discurso Ceremonia de Egresados TSU
Ibero
24 de marzo 2017
Estimado Vicerrector,
miembros del presídium, familiares y egresados que hoy reciben su título. Para mí
es un honor y me emociona acompañarlos en esta ceremonia.
Hoy celebramos muchas
cosas, los celebramos a ustedes como egresados de esta universidad, que en un
proceso de desarrollo personal tuvieron la dedicación para afrontar los
diversos retos que supuso todo este proceso formativo…. y que muchas veces va más
allá del salón de clases, como lo es encontrar el equilibrio para trabajar,
estar con la familia, venir a clase por las noches y los sábados. No es fácil
tener tantas responsabilidades, pero es parte de este mundo global hiperconectado
en el que vivimos, así que, ¡Muchas felicidades!
También celebramos y en
especial agradecemos a las familias,
quienes muchas veces y de diferentes formas nos apoyaron durante este proceso. A todos ustedes gracias…
Y por último celebramos a
la Ibero, ya que como organización avanzamos a través de ustedes en cumplir el
objetivo de contar con personas, que como establece la filosofía de la
formación ignaciana, no sean los mejores del mundo, sino los mejores para el
mundo.
Nuestra sociedad vive un
contexto de profunda desigualdad y exclusión, en donde la brecha entre los
pocos privilegiados y aquellos en condiciones de vulnerabilidad y pobreza va en
aumento. Esta situación, en donde de acuerdo a Oxfam, el 1% de la población
mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta, lo
cual contribuye a provocar los terribles índices de violencia, inseguridad,
corrupción e impunidad, que está generando esta ruptura del tejido social en
nuestra sociedad. Es una crisis que está
permeando en nuestro sistema político, en las empresas, que priorizan el
capital en vez de a la persona, y en nuestra casa, el planeta tierra, el cual
se enfrenta a una presión nunca antes vista en términos ecológicos y que hoy
constatamos a través del cambio climático.
México es el ejemplo más
claro de esto. Se percibe todos los días en esta ciudad y no hace falta más que
escuchar las noticias para percatarse de esto. Yo soy testigo de ello, por mi
experiencia de trabajo en la selva norte de Chiapas con comunidades indígenas tseltales,
productoras de café, veo como el simple hecho de tomarse una taza de café puede
generar tanta exclusión y pobreza a miles de kilómetros del lugar donde la
disfrutas. Es parte de un sistema deshumanizado que cree que se consigue mayor
eficiencia dentro de procesos que no cuenten con empatía humana…
¿Y qué hacemos ante esta
realidad? Esta realidad que parece imposible de cambiar, que como canta
Mercedes Sosa, “es un monstruo grande y pisa fuerte.” Que muchas veces preferimos
cerrar los ojos y dejar que pase…
El papa Francisco, en su
encíclica Laudato Si, describe bien esta situación de crisis, pero también nos
dice que la humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir
nuestra casa común. Que no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces
de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el
bien y regenerarse.
Y como dijo el filósofo
Nietzche, “el que tiene un para qué, siempre encuentra el cómo…”
Yo creo profundamente que
el cambio que necesitamos está aquí mismo, en esta sala: es tarea nuestra
definir claramente nuestro para qué. Sin conocerlos personalmente, pero
conociendo bien a la IBERO, me atrevo a pedírselos: pongamos nuestro “para qué”
al servicio de las personas, de nuestro planeta.
Hagámoslo a través de
nuestra profesión. No tenemos que ir necesariamente a las fronteras para poder
hacer la diferencia. Como lo dice nuestro rector, el padre David Fernández,
pongamos la ciencia al servicio de la justicia. Hagamos de este privilegio, que
es haber estudiado en una universidad como la Ibero, un compromiso que empieza
con nuestras familias y amigos, pero que en especial termina al servicio de aquellos
que no han gozado de nuestras posibilidades, un compromiso con aquellos más
vulnerables.
Hagámoslo a través de
empresas que subordinan el capital al bienestar de las personas al mismo tiempo
que generar un servicio y gestión de excelencia.
A través de diseños
mecánicos eficientes y eficaces, pero también incluyentes y accesibles.
A través de software para
todos, abierto y conectando lo que hoy en día nos cuesta conectar en persona.
A través de una
producción gráfica que siempre busca la verdad, tanto en la estética como en el
mensaje: socializar el saber es democratizar el poder.
Hay una última cosa que
celebramos y quería dejar para el final: hoy celebramos la esperanza que
representan para nuestra sociedad y nuestro país. No sólo salen con la
preparación técnica, sino que salen con la formación humana para ser parte del
cambio.
Revertir la situación
actual no va a ser sencillo pero tampoco estamos solos, la comunidad Ibero es
muy grande, somos profesionistas, académicos, estudiantes y ahora ustedes pasan
a representar una nueva generación de esperanza.
Esta semana, Ricardo
Harte, un buena amigo académico de esta universidad me dijo que no existen
egresados de la Ibero, porque cuando sales de la universidad, la Ibero nunca se
queda atrás… siempre viene contigo.
Disfruten mucho de este
día, representa lo que son, lo que somos como comunidad pero en especial,
representa lo que queremos ser.
Gracias
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