viernes, 8 de marzo de 2019

Discurso Orador Invitado. 2 de marzo de 2019

Palabras de Ricardo A. Bucio Mújica
Orador Invitado
Ceremonia de Egresados Licenciatura
2 de marzo de 2019
Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Elije decidir tu vida y busca tus respuestas en donde están


Buen día a todas y todos, egresados, familiares. A docentes y administrativos de nuestra Universidad. Es un #OrgulloIBERO estar en esta universidad, justo en el mismo lugar en donde ya hace décadas tuve mi ceremonia de graduación. Gracias Rector, David Fernández, a ti y a la Compañía de Jesús por tantas que han hecho por la educación en tantos lugares del mundo durante siglos.

Cuando me pidieron que diera este discurso, me dio mucha alegría, y dije que sí enseguida antes de que se fueran a arrepentir… Es una gran oportunidad para mí hablar con ustedes y poder recordar mi camino antes, durante y después de la carrera.

Recordé especialmente una decisión que tomé poco tiempo después de haber egresado, algo que profesionalmente parecía un despropósito. Algo que fue disruptivo en mi camino.

Después de un tiempo de trabajo en el servicio público, comencé a trabajar aquí y fui profesor adjunto en Introducción al Problema Social. Y fui invitado a trabajar en un proyecto para jóvenes en pobreza, en un barrio muy marginado y violento, totalmente del otro lado de la ciudad. Estando ahí me propusieron que para no ir y venir de tan lejos, viviera en un hogar con personas con discapacidad intelectual que habían sido abandonadas. 

De a poco fui entrando a la vida de esa Comunidad, El Arca de México, que no tenía nada que ver con ser politólogo, que era lo más contrario al servicio público, que no daba dinero, ni nada importante para mi currículum. No parecía nada útil. Yo iba por unos meses y pasé 6 años, uno de ellos en otra comunidad similar en Francia, la mayoría ya con mi esposa.

No tenía certeza completa del porqué estaba ahí, pero sí una fuerte intuición de que eso me tocaba hacer. Tuve un gran apoyo de mis papás, que seguro creían que todo su esfuerzo para yo estudiara aquí se estaba desperdiciando, pero me apoyaron y respetaron mi decisión, como siempre lo hicieron, como lo siguen haciendo.

Ahí conocí realidades que jamás imaginé me servirían, tanto en lo personal como en acercarme a mi fragilidad humana revelada por las personas con discapacidad con quienes vivía. 

Y descubrí en la vida, lo que estudié en las aulas: que estamos organizados como sociedad cuidando privilegios como si fueran nuestra esencia, y que vamos lanzando a las periferias sociales, económicas, humanas, a tantas personas sin darnos cuenta.

Luego regresé convencido al servicio público, y me he dedicado a los derechos humanos, a trabajar contra la discriminación, he ido generando mi propia idea de cómo debe ser el Estado, aunque cuesta mucho trabajo hacerlo dentro de las instituciones públicas.

De esa experiencia aprendí que a veces las mejores decisiones no son las que más lo parecen. 

Hoy a ustedes, egresadas, egresados, les toca salir de la IBERO, y quizá enfrentarse a preguntas acerca de lo que sigue. Este es tiempo de búsquedas, de incertidumbre. Quizá a ratos eso preocupe, pero lo preocupante sería que no las tuvieran, eso sería realmente extraño. 

La búsqueda es la posibilidad del encuentro; la duda, es posibilidad de respuestas.

Ahora toca hacer reflexión sobre temas que son de toda la vida, pero que resuenan más fuerte en momentos como este:

¿Qué sigue ahora?
¿Realmente servirá lo que aprendí?
¿Tendré éxito en mi profesión, y podré hacer algo significativo, transformador, relevante, importante en la sociedad?

Terminar la carrera abre enormes posibilidades. Están en un momento como pocos van a tener en la vida para elegir, quizá muy pocos, quizá no tenga otras más en la vida.

Pueden seguir estudiando. Buscar un empleo. Titularse, ¡claro!
Hacer otra carrera. Emprender un negocio. Hacer un voluntariado. Cambiar de ciudad. Casarse. Tener hijos. Viajar de mochilazo. Crear una ONG. Volverse influencers. Dar clases quizás…

Antes decidieron por ustedes, sus padres, sus madres eligieron su preescolar, por ejemplo. Luego comenzaron a elegir directamente sus amigos o noviazgos, decidieron quizá con ayuda, qué estudiar y dónde, pero de ahora en adelante les toca tomar sus decisiones en soledad. Dialogadas en compañía, claro, pero serán decisiones y responsabilidades propias. 

Ahora les toca de entre tantas y tantas posibilidades; tendrán que renunciar a algunas para abrazar otras, y ese proceso de elección y renuncia, les acompañará de ahora en adelante.

Sobre esto básicamente hoy quiero decirles dos cosas:

·         NO teman a sus preguntas internas, a sus dudas.  La vida se basa en una toma constante de elecciones, eso lo podemos ver con los años, a la distancia. Eso nos lo dijo en un discurso muy celebre de graduación, Steve Jobs. Lo que vamos decidiendo vemos después cómo va conectando e hilando nuestra vida. No lo vemos ahora, lo veremos después.

Y la segunda:
·         Definan y ejerciten su propia manera de tomar sus decisiones. No es algo que está en una materia, no es algo para lo que se nos forma, pero es algo que va a definir lo que hacemos y somos.

Yo quisiera compartirles algo que he aprendido sobre esto:

A mis veinte y pocos años, como ustedes, tenía miedo de no encontrar mis respuestas a preguntas que calaban hondo en cabeza y corazón, y recuerdo que en ese tiempo descubrí algo que es una verdad de la humanidad desde siempre, pero que cuando tuvo sentido, cuando me resonó, fue cuando se volvió importante.

Descubrí, poco a poco, el lugar donde están mis respuestas, y luego, también la manera de poder encontrarlas.

Me di cuenta que todas las respuestas y las preguntas que tenemos las personas, las llevamos dentro de nosotros. Y que sólo hay dos maneras de no encontrarlas:

Una es no buscarlas, no asomarnos dentro de nosotros. Llenarnos de ruido y elegir que la vida decida, o que otros decidan por nosotros, y vivir una vida que vaya dependiendo del azar.

La otra de no encontrarlas es buscarlas donde no están, es decir fuera de nosotros. Hay muchas voces diciéndonos todo el tiempo que están afuera. Que las tiene alguien más, que las conocemos los mayores, que se compran con dinero, que vienen con el poder, que están en otro país y hay que viajar para encontrarlas… Parece siempre más fácil buscarlas fuera.

Pero eso es como el cuento del hombre que pierde su llave y se pone a buscarla, y pide ayuda a un vecino y luego a otro, hasta que alguien le pregunta: ¿Y dónde la perdiste?
-       En mi casa -dice él.
-       ¿Y entonces por qué la estás buscando en la calle?
-       Es que aquí hay más luz, y pensé que era más fácil encontrarla.

Construir nuestra propia manera de elegir da la posibilidad de ir definiendo casi todo lo que somos. A través de nuestras elecciones nos reunimos con quién amamos, definimos cómo hacemos familia, donde vivimos, a qué le apostamos la vida, quienes serán nuestras amistades, nuestro nivel de salud. Casi todo.

Creo que eso es crecer, y lo dice de mejor manera mi hijo José Alberto:

“Crecer es recorrer un camino desconocido en el que cada vez se presentan más desviaciones. Seguramente conocen a alguien que no le importa y parece que siempre sabe qué hacer, que se anticipa a todo. Pero también a quien se queda pasmado cuando no sabe qué hacer, y se esconde de su angustia en la comodidad del Netflix”. 

Esto y muchas otras cosas voy ahora aprendiendo de él y de mis hijas María, Ana Paula y Lucía. Y de ustedes, de sus búsquedas, iremos aprendiendo los mayores, que necesitamos reeducarnos, sin duda. No tengan miedo de enseñarnos ni crean el cuento de que, entre más años se tienen, menos necesitamos aprender de ustedes.

Termino compartiendo 4 ideas para sus propios procesos, en esta perspectiva de tomar decisiones cercanas a las características educativas de la Compañía de Jesús, que buscan formarnos como personas en libertad, y eso es lo que más me ha servido en la vida por haber pasado por esta universidad.  

1.    Elijamos tener como espejos a otras personas.

Tener un espejo nos ayuda a vernos, pero en el cristal sólo miramos nuestro propio reflejo exterior. Tengamos como espejo para vernos, otras miradas, otras voces. Abrámonos lo más posible a encontrarnos con otras personas diferentes, diversas; no nos encerremos en nuestros propios círculos, no nos empobrezcamos.

No tengan miedo de la otredad.

2.    Elijamos no lo bueno, sino lo mejor.

No sólo es necesario saber diferenciar entro lo bueno y lo malo, eso es relativamente fácil, debería darse por descontado no elegir lo mal. Lo más necesario es saber elegir, de entre lo bueno, lo mejor. No conformarnos con lo bueno.

Elegir lo mejor, lo que más beneficia a más, lo que puede aportar más valor a tu vida, tu familia, a las personas que viven invisibles, agraviadas, dolidas, vulneradas. Elegir lo que más ayude a combatir las espirales de pobreza, precariedad, discriminación, deshumanización.

Como la elección que acabamos de ver, desde todo el mundo, que hizo Alfonso Cuarón. No sólo decidió y consiguió hacer ROMA, una estupenda película, sino que decidió utilizarla para visibilizar la situación e impulsar los derechos de las trabajadoras del hogar. Eligió darle un sentido profundo a su trabajo profesional.  

3.    Elijamos ser buenas personas.

Kapucinsky, ese gran periodista polaco que estuvo varias veces en la IBERO y que vio aquí un espacio de libertad, decía que “hay que explicar historias que nadie ha escrito, hablar sobre hechos que nadie tiene valor de hacerlo. Pero para ser buenos periodistas, se tiene que ser buenas personas”.

Y esto aplica a todas y todos nosotros: para ser buena ingeniera, nutrióloga, diseñador, arquitecta, politólogo, financiera, ingeniera, abogada, administrador, comunicólogo, y ojalá un día una buena rectora de esta universidad, para todo es necesario ser buenas personas.

Elije ser una persona sustentable, feminista, espiritual, solidaria, dialogante, justa; comprometida con lo común, alejada de lo tóxico.  

Y la final:

4.    No pierdan a su niña o a su niño.
Hace unos años ustedes sonreían en promedio 400 veces al día. Resolvían sus diferencias con los demás en segundos o en minutos. Siempre tenían razones para estar felices.

Los adultos –en cambio- sonreímos en promedio 20 veces al día. Cada día jugamos menos, aprendemos menos, nos asombramos menos. Cada día competimos más, discutimos más, dividimos más.

Agredimos en el tráfico, vendemos violencia en empresas, fomentamos el sexismo, el racismo, la homofobia, el clasismo, la intolerancia religiosa; hemos hecho de eso grandes negocios en el mundo, guerras incluso. Rompemos relaciones afectivas. Buscamos diferenciarnos para no ser como “los demás”, y creemos que no ser como el resto de la población es señal de éxito.

No dejamos de caminar cuando aprendemos a correr, ni dejamos de hablar cuando aprendemos a cantar, porque se trata de otro aprendizaje, no de un estadio superior.

No dejemos de ser niñas y niños cuando nos hagamos adultos. No pierdan su imaginación, su libertad, sus ganas de jugar, de bailar en cualquier lugar, su seguridad en sí mismos, su creatividad. Su sonrisa de cientos de veces al día.
Para ser felices y hacer felices a los demás, estamos aquí.  


Chicos, chicas, ustedes son un #OrgulloIBERO. Son del escaso veinte por ciento de personas que, habiendo iniciado la primaria en este país, culminan la universidad. El ochenta por ciento se ha quedado en el camino.

Ustedes han recibido mucho en medio de una sociedad profundamente desigual, y tienen una gran responsabilidad para evitar el dolor evitable, desde cualquier profesión que hayan elegido.
La base de la profesión ya la aprendieron aquí. Pero ser lo que la IBERO define como una mujer o ser un hombre para los demás, se aprende mejor en la universidad de la vida.

Celebren, abracen y agradezcan. No pierdan la certeza de que dentro de ustedes palpita todo lo necesario para seguir adelante; Dios confía en ustedes.

Si pueden, además, busquen su propia Comunidad de El Arca.

¡Muchas felicidades a todas y a todos!



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