martes, 3 de septiembre de 2019

Discurso Mtro. David Fernández. Ceremonia de Egreso

Mtro. David Fernández Dávalos, S.J
Rector Universidad Iberoamericana Ciudad de México
Ceremonia de Egreso Licenciatura
Marzo 2019


Con ocasión de su graduación, en esta ocasión festiva y de reconocimiento por su importante logro, quiero hacerme eco de las palabras que un buen amigo, el rector de la Universidad Alberto Hurtado, de Chile, el P. Fernando Montes, S.J. suele decir a sus muchachos y muchachas cuando egresan de la Universidad. Son diez propósitos que nos hemos propuesto lograr con su formación en nuestras aulas. Es que, en realidad, queremos que nuestra Universidad se distinga, no por sus instalaciones, ni por sus recursos, o por su publicidad, sino por su contribución académica y humana, por su seriedad al abordar los problemas del país, por la voluntad de transmitir sus creencias y voluntad, no por la fuerza o la imposición, sino por contagio, por afinidad.

En su paso por la Ibero, hemos querido:

1° Formar personas con una fe sólida y con una visión sanamente religiosa de la existencia. Que sepan por qué y para qué viven; por qué y para qué estudian y qué sentido tiene su paso en esta tierra. Queremos que tengan una honda espiritualidad que cree en Dios de la vida, que no arrebata al ser humano su libertad ni su modo de pensar; que no es garante de un orden social injusto: que es cercano a los hombres y mujeres, en especial a aquellos que el mundo margina y excluye.

2° Esperamos haber podido hacer de ustedes hombres y mujeres, colaboradores de Dios, que comprenden su profesión como una misión y como posibilidad de servicio, que existen para los demás y que no buscan en primer lugar su propia realización ni su prestigio.

3° Quisimos formar también seres humanos de diálogo, llenos de respeto por las opiniones ajenas, que procuran abrirse a la verdad sin relativismo, pero sin fanatismos, intransigencias o descalificaciones. Por eso las personas formadas en esta universidad deberían ser un fermento de concordia y de paz.

4° Esperamos que de aquí salgan personas que miran positivamente la creación: que sepan amar y cuidar la naturaleza; que sepan contemplarla y reconocer en ella las huellas del Creador, sin esclavizarse ante ninguna criatura. Frente a la tentación de consumismo y la ostentación que nos amenazan, esta universidad quiere formar personas austeras y modestas que comprendan que los bienes de cualquier índole tienen un destino universal.
Es también importante que nuestros profesionales egresados tengan la genialidad de emplear los medios que correspondan a nuestra realidad social, económica, étnica para que no se constituyan en un factor de alineación, sino de liberación.

5° Quisiéramos que ustedes, al igual que todas las personas formadas aquí, sean excelentes en sus respectivas disciplinas, que hagan rendir los talentos recibidos sin mediocridad. El país necesita para su desarrollo profesionales de primera calidad, serios, creativos, constantes y estudiosos. El buscar la excelencia es un modo de amar si no se hace solo por sobresalir.

6° Es bueno recordar que los egresados de estas aulas deben tener una verdadera pasión por la justicia, procurando crear con todo su empeño una sociedad más justa, solidaria y humana. Por eso es indispensable que ustedes estudien los mecanismos que generan injusticia y que tengan contacto real con los marginados, con los más pobres y con los que más sufren…con la verdad de México. 

7° Para poder vivir el ideal de Ignacio es fundamental una formación integral e integradora. Por eso hemos pretendido también que los hombres y mujeres, los profesionales salidos de estas aulas, puedan ser especializados, pero jamás hombres de una sola dimensión.

El profesional de esta universidad debe ser profundamente humano. Capaz de apasionarse por todas las manifestaciones del espíritu y dolerse con todo lo que quebranta la humanidad. El hombre integral tiene ese equilibrio que le permite ser religioso sin ser beato; científico sin perder las otras dimensiones de la humanidad; artista sin despreciar la razón; deportista con conciencia de que el cuerpo no puede ser centro exclusivo de todos los cuidados; inquieto socialmente sin caer jamás en el simplismo demagógico.

Ciencia, arte, religión, deportes deben amalgamarse en una síntesis armónica. Una formación integral supone también educar la afectividad: cuando llegue la hora del balance final, la gran pregunta será si hemos sabido amar. Por eso una buena formación profesional se armoniza con la vida de familia, con la vida de pareja y con la capacidad de amistad fiel y profunda. 

8° La formación humanizante debería dar a los profesionales la capacidad de no escandalizarse de las debilidades humanas. Eso queremos también de ustedes. Tanto la universidad como las empresas, y hasta la iglesia, tendremos siempre la impronta de la debilidad y del pecado, de los egoísmos e imperfecciones. Un hombre y una mujer maduros no deben cerrar los ojos ante el mal. Deben reconocerlo, denunciarlo y buscar los remedios para que ese mal se corrija… Pero, como Jesús, no debe jamás descorazonarse ante la pequeñez humana.

9° En ustedes, hemos querido formar también profesionales libres para buscar, decir y vivir la verdad… No puede haber una sociedad justa y desarrollada construida sobre el engaño, la deshonestidad y la corrupción. Ese es precisamente nuestro lema: “La verdad nos hará libres”. Sólo la verdad.

10° Me parece, finalmente, que en un mundo que se unifica hemos creído indispensable hacer de ustedes personas con mirada universal, que no estrechen las perspectivas por el amor a su región y a su país. El hombre que debemos preparar para el siglo XXI tiene raíces en su patria, pero es un ciudadano del mundo que se deja interpelar por los grandes problemas de la humanidad.    

Estas son diez intenciones de la “agenda oculta” que hemos tenido frente a ustedes. Esperamos haber hecho bien nuestro trabajo. El turno es ahora de ustedes. Enhorabuena y felicitaciones.
David Fernández, S. J.
Marzo de 2019
     

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