martes, 30 de septiembre de 2014

Mensaje del Mtro, David Fernández Dávalos, S.J.



Mensaje del Rector Mtro. David Fernández Dávalos, S.J.
Ceremonia de Egresados Primavera 2014
Sábado 27 de septiembre

Queridas amigas y amigos todos:

¡Qué bueno que ya terminaron! ¡Qué bueno que se van! Su país los necesita. Nosotros en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México ya hemos hecho nuestra parte, ahora el turno es suyo.

Unos y otros estamos contentos. Ustedes están satisfechos por haber obtenido un logro más en su vida; nosotros porque hemos contribuido al mismo.

El reconocimiento y la gratitud son elementos esenciales de los seres humanos. Y ustedes, que hoy dan por finalizados sus estudios de licenciatura, festejan y disfrutan con sus parientes y amigos la cosecha de una siembra de varios años, no exenta de dificultades y sinsabores; reconocen y agradecen los beneficios recibidos de sus padres, amigos y compañeros; de sus profesores y, en ellos, de la Universidad Iberoamericana en su conjunto.

Es una experiencia reconfortante compartir con ustedes estos momentos en que celebran, el término de esta etapa en un tono de reconocimiento y gratitud, de estímulo, alegría, renovación, esperanza... Les agradezco que hayan hecho este camino con nosotros, porque cuando optaron por los servicios que ofrece nuestra universidad, nos dieron un voto de confianza. Nuestra respuesta sigue en marcha: trabajamos denodadamente por mejorar nuestra calidad académica, por ampliar la calidad de nuestro servicio y por profundizar nuestro compromiso social.

En nuestro trabajo cotidiano, los jesuitas y los laicos que participamos en su formación hemos intentado transmitir a todos ustedes nuestro anhelo de vincular la realidad nacional con el trabajo universitario, para que se fecunden mutuamente. Además de procurar dotarlos de un magnífico nivel académico, nuestros profesores trabajaron para formarlos como personas y profesionales responsables, conscientes del mundo en el que habrán de desarrollarse, porque, como he dicho en otro momento, sólo a partir de la consciencia de lo que somos, podemos enmendar la realidad. Para que haya futuro, debemos aceptar la tarea de reconocer el pasado como propio y ofrecerlo a quienes vienen después; ésa y no otra es la tarea fundamental de la universidad y ahora, tarea también suya.

Si al árbol se lo reconoce por sus frutos, todos ustedes, forjados al calor de nuestros valores, hombres y mujeres ya profesionales, deberán actuar con la voluntad y la decisión de aportar a nuestra sociedad para corregir los efectos de las escandalosas diferencias sociales o de género que todavía nos agobian.
 
Para enfrentar semejante reto cuentan con un inagotable caudal de generosidad, propio de jóvenes apasionados, lo que los hace capaces de compasión y solidaridad. Como San Agustín, les digo ahora: “...amen profundamente y hagan lo que quieran”. Así no se equivocarán, porque nuestra filosofía educativa, nuestra inspiración cristiana y nuestro compromiso social, estarán en ustedes, maduros para la acción, para el servicio, para el cambio. Cuanto mayor sea la responsabilidad que tengan, mayor tendrá que ser la confianza en sus fuerzas para emprender sus tareas como profesionales.

La nueva etapa que simbólicamente inician hoy, es parte de un arduo e ininterrumpido proceso al servicio de nuestros sueños de luchar por la paz, contra el hambre, por la justicia, por la igualdad de oportunidades, por la redistribución de la riqueza, la elevación de los niveles de vida, por los derechos humanos y a favor de la contribución que la ciencia y la técnica pueden y deben aportar a un mundo más justo y fraterno.

Por eso, en este ambiente de alegría, la Universidad Iberoamericana, por mi conducto, quiere darles un mensaje último:

1º. Sigan con su vida académica y con su reflexión profesional. Sacar una licenciatura no es sólo cubrir un trámite, es, sí, culminar una etapa de vida y formación profesional, pero a la que deben seguir otras más. Su trabajo y también su pensamiento pueden ser útiles al pensamiento de la universidad y del país. Recuerden que estamos urgidos de pensamiento propio, de palabras y propuestas novedosas que contribuyan a mejorar la situación actual de México y de los seres humanos todos.

2º. Tengan, pues, presente que la culminación de una etapa en la carrera de la vida, no es, de ningún modo, la llegada a la meta. La naturaleza humana está siempre abierta a nuevas y mejores posibilidades. Cerrar un capítulo implica –si hemos de ser humanos- abrir uno nuevo. Esto ha de ser asumido con responsabilidad personal y social, para bien de todos y todas. Adelante tienen ustedes nuevas y mejores realizaciones por alcanzar. Han dado un paso importante: siguen muchos otros más.

3º. Pongan todo su empeño para que el Ideario de la Universidad Iberoamericana se haga carne en ustedes. Recuerden que esta casa de estudios, encomendada a la Compañía de Jesús, declara ser humanista, de inspiración cristiana, que pretende vivir un compromiso social definido a favor de los que menos tienen, con una filosofía propia que la identifica dentro y fuera de su campus. Si consiguen esto, vivirán auténticamente su vocación de “hombres y mujeres para los demás”, en el ejercicio cabal de su profesión. Los ex alumnos de la Universidad Iberoamericana se distinguen por su vocación de servicio, por su permanente disponibilidad, su conciencia crítica y su creatividad sin límites. Sean orgullosos portadores de estos rasgos que nos identifican.

4º. Capten, además, que sería un grave error dejar a Dios –cualquiera que sea la idea que tengan del mismo- y a los hermanos fuera de sus vidas. La consigna es ser seres humanos cabales. Y en nuestra naturaleza caben Dios y los demás. La contraseña es poder amar a fondo –como ya he dicho arriba-, a pesar de que las situaciones sociales y económicas se empeñen en negar la posibilidad del amor en nuestra historia. La solidaridad, la compasión, el servicio, la justicia, son siempre posibles en la medida en que nosotros las hagamos presentes.

5º. Recuerden siempre que se encuentran en deuda con la sociedad que los rodea. Ustedes forman parte del pequeño porcentaje de mexicanos y mexicanas que tienen estudios profesionales. El mérito es suyo, sin duda, pero también del conjunto de la sociedad que les ofreció, por diversos mecanismos, tener esta oportunidad. México atraviesa ahora por graves conflictos. En el futuro acechan serias amenazas. Unos y otras han de confrontarnos constantemente, de tal manera que nos duela el dolor de México y de sus habitantes, especialmente el de los menos favorecidos; asimismo habrán de alegrarnos sus alegrías por los logros que, tras los esfuerzos compartidos, podamos conquistar a favor de una realidad nacional más justa, orientada por criterios de verdad, cuya búsqueda ha de ser una constante en nuestras vidas.

Finalmente, si ustedes han reflexionado -como administradores, contadores, arquitectos, etc.-  sobre los procesos de calidad, recuerden que la calidad no está sólo en los productos y servicios, sino en la vida toda. Recuerden que lo que pretendemos no es sólo la calidad que el mercado demanda, sino primordialmente aquella que está urgiendo nuestra humanidad. Calidad de vida significa fraternidad, salud, educación, descanso para todos: sabernos parte de un destino común. Recuerden que ustedes no son los mejores del mundo: son los mejores para el mundo.

En su corazón y en su mente están ya los fundamentos para mejorar su nivel de vida y al mismo tiempo, humanizar la comunidad, la ingeniería, la administración, la empresa, el servicio público. No desaprovechen la oportunidad de llenar de sentido su vida y vocación.

Les deseo, a todos y todas ustedes, y a sus familias, que Dios los bendiga y fortalezca para llevar adelante esta misión de transformar al mundo con la inspiración del Evangelio.

La Universidad Iberoamericana seguirá siendo su casa de estudios, su lugar de encuentros. Les deseo un futuro pleno de armonía y realizaciones.

¡Mis más cálidas felicitaciones! ¡Enhorabuena!

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